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miércoles, 19 de marzo de 2014

El deshielo abre la vía a nuevos parásitos


El cambio climático  está derritiendo el hielo ártico, dejando a los animales la peor parte. Mamíferos como la foca ocelada tienen que buscar nuevas zonas para tener a sus crías. Además los expertos afirman que deben enfrentarse a nuevas enfermedades.
Las zonas sin hielo del Ártico parecen el escenario  ideal para la llegada de un nuevo parásito, el Sarcocystis pinnipedi, que infecta a animales como la foca gris y puede acabar con el 20 % de su población de una sola isla.
Otros,como el Toxoplasma gondiii, que se encuentra en los excrementos delos gatos, también encuentran nuevas posibilidades de expansión, abriéndose camino hacia el norte  e infectando a las ballenas blancas.
«El cambio climático ofrece una oportunidad sin precedentes a los agentes patógenos para migrar  a nuevos ambientes y causar enfermedades», afirma Michael Grigg, jefe de parasitología molecular del Instituto de Alergias y Enfermedades Infecciosas de  de Estados Unidos.
La única forma de acabar con el Toxoplasma, según Grigg, es hervirlo o congelarlo, motivo por el que ahora, con menos días a temperaturas bajo cero en el Ártico, alcanza a sus huéspedes con mayor facilidad.
En 2012, el Sarcocystis pinnipedi fue responsable de la muerte de 406 focas grises en Hay Island, en Nueva Escocia. Dos de ellas eran adultas y el resto cachorros de entre dos y tres semanas de vida.
Según Grigg, el parásito actúa en las focas como el cáncer. Normalmente, este tipo de organismo se replica en el interior del huésped hasta que empieza una etapa de lento crecimiento, formándose un quiste que puede infectar al siguiente huésped.
Sin embargo, no es lo que ocurre en las focas: el parásito se sigue replicando en el hígado hasta que destruye el órgano por completo. Las focas oceladas, en cambio, parecen haber evolucionado para convivir con el parásito y no parecen seguir la misma suerte.
Cuando los investigadores comprendieron que el parásito era el responsable de la muerte de las focas, trataron de averiguar si había causado daños en otras zonas, descubriendo que acabó también con la vida de un león marino de Steller en el Golfo de Alaska en 2004 y de dos focas monjes de Hawái en 2010 y 2011.

Ana María Manzanero, Grupo 9

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