Generalmente hablando, cuando las amebas Dictyosteliumdiscoideum se quedan sin bacterias para comer en un pequeño trozo de suelo, presumiblemente porque las mismas bacterias están muriendo de hambre, estas formas de vida unicelulares “comienzan a 'hablar' entre ellas y se reúnen”, afirmó la jefa del estudio Debra Brock.
“Cuando hay aproximadamente unas cien mil amebas, forman un cuerpo fructífero”.
El tallo resultante se levanta hacia el viento y libera las esporas que llevan las amebas y resulta que también liberan algunas “semillas” de bacterias.
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Fuente: National Geographic
Juan Sánchez-Oro España
Grupo 14
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