habitante de altas profundidades, provisto de un sistema de caza bioluminescente, dientes desproporcionados, y al igual que otros seres de los ecosistemas abisales con un cuerpo gelatinoso capaz de aguantar altísimas presiones; pero esconde alguna sorpresa más.
Lo realmente sorprendente de esta especie fue que durante sus primeras investigaciones no se encontraban machos, y los especímenes (hembras) hallados mostraban formaciones carnosas cercanas a los genitales. Estas supuestas malformaciones resultaron ser el producto de una grotesca adaptación a un medio aislado donde encontrarse con un congénere no es nada fácil.

Podéis leer más AQUÍ.
Sonia Sánchez Sánchez de Pedro. Grupo 4.
No hay comentarios:
Publicar un comentario